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El Momento de Florecer

Actualizado: 21 sept 2020

Cada etapa de la vida trae consigo sus propias experiencias, sus propias características, sus propios retos, incluso sus propias expectativas, cada etapa es diferente, única, no hay manera de que repitamos exacta e idénticamente el mismo momento en el tiempo, Incluso las plantas que atraviesan la existencia floreciendo múltiples veces, incluso en la misma estación, nunca florecen del mismo modo, con las mismas flores o de la misma forma...

Con mi reciente mudanza, tuve la bendición de poder concretar algunos deseos que por cuestión de espacio no había podido alcanzar, como, por ejemplo; tener mis propias plantas en la casa, al fin pude traer a mi hogar un pedacito de la naturaleza y la creación de Dios, un trocito de vida que me conectara con el estado de libertad que tanto amo. Con la materialización de este deseo, se manifestaron también muchas otras cosas hermosas en mi vida, entre las más importantes; muchos aprendizajes, y hoy quiero compartirles algunos de ellos, algunos que me ha servido en estos días, como combustible para tirar pa´lante y sobrepasar algunas de las ansiedades que vienen con esta nueva normalidad en la que nos encontramos.


Cuidando de mis plantas he aprendido muchas cosas sobre mi comportamiento, bueno, sobre el comportamiento humano en general, he alcanzado un nivel de conciencia de mi ser y de cómo funciono, que me ha abierto los ojos a muchísimas razones y posibilidades, dándome la oportunidad de conectar más profundamente con mis propósitos y de mejorar mi forma de vivir esta vida.


Cuando hice mi primera adquisición, me volví loca, estando en el vivero no sabía cuál elegir, tenía tantas opciones y todas me las encontraba tan lindas, no sabía ni por dónde empezar y me las quería llevar todas. Buscaba unas plantitas bien vibrantes para poner en la entrada, que fueran fáciles de cuidar y que no requirieran de sol directo para que pudieran estar bajo techo, nunca imagine que terminaría eligiendo unas que también echaban flores, pero al final me decidí por unas que estaban repletas de flores, eran coloridas, bien tupidas y super vibrantes, me imagine inmediatamente lo hermosa que se vería mi entrada, con ellas dando la bienvenida, y justo después de tener esa imagen en mi mente pensé; ¿y cuando las flores se sequen? ¿se verán bien?


He aqui mi primer aprendizaje; No se puede querer a medias, todos tenemos luces y sombras y eso es lo maravilloso de la esencia humana, estamos en constate evolución y cambio, en muchos casos esos cambios se ven muy bien y su favor se evidencia en nostros rapidamente, en otros, talvez no se aprecie tanta bella u estetica, pero tambien son cambios favorables, que nos renuevan y nos hacen crecer y seguir adelante, basandome en esta presmisa, al final no me importo mucho la diferencia que haría que las flores se marchitaran o que estuvieran una temporada sin ellas, porque para mí ya eran perfectas, las iba a querer de todas formas y en cualquier estación, Ya las había elegido, y eso es basicamente el amor, un compromiso donde aceptamos trabajar con los grises que hay entre el blanco y el negro de nuestro ser amado.


Algo así como lo que vivimos con las personas que amamos, terminamos disfrutando sus primaveras, cuando esta llenos de flores y color, cuando la vida les sonríe y todas sus hojas están frescas, los cuidamos durante sus veranos, cuando el calor intenso de los momentos difíciles le exigen mucha más energía de la habitual, a veces nos convertimos en esa agua que los refresca y los mantiene con vida, durante sus otoños los ayudamos a recoger sus hojas, los acompañamos a ver las cosas hermosas en sus épocas más demandantes, donde tiene que dar todo lo que tienen y donde deben dejar ir lo que ya no le va, en sus inviernos le servimos de cobijo, los animamos y calentamos su corazón, con la esperanza de pronto verlos reverdecer en una nueva primavera.


Y es justo después de descubrirme comparando estos procesos, cuando también entendí mi segundo aprendizaje; que no todos florecemos al mismo ritmo, les cuento que mis plantas, algunas, botaron las flores más pronto de lo que me imagine, supongo que, por el cambio de ambiente, porque también descubrí que ellas reacciona al estrés y los cambios de condiciones en su entorno, ¿esto les parece conocido verdad? En mi afán por saber si había hecho algo mal con los cuidados, descubrí que cada planta tiene su propio ritmo biológico, lo que quiere decir que cada una de mis nuevas hijas, se desarrollaría de acuerdo a su contexto, por ejemplo la edad que tenían, las cepas de donde las sacaron, sus niveles hormonales (si las plantas tienen hormonas), la forma en la que estaban absorbiendo los nutrientes y la luz que les daba, incluso la forma en la que estaban asimilando el amor y los cuidados que recibían de mí cada día.

Cada una encontraría el ritmo para manifestar su existencia, todas parecían iguales, eran de la misma especie y las había traído del mismo lugar, las regaba a la misma hora, con la misma agua y las tenía en el mismo ambiente, expuestas al mismo sol, pero eso no significaba que fueran la misma planta, o que se comportarían igual, mis hijitas se veían muy diferentes. Todas crecían, pero cada una a su ritmo y a su manera.

En esta primera temporada con mis plantas, entre en un pequeño estado estrés, me preocupaba ver que habían botado todas las flores y que luego, solo una comenzara a florecer, le ponía mucho empeño a como las cuidaba y deseaba poder ayudar a avanzar a la que no estaba retoñando, nada de lo que hice acelero el proceso, simplemente una tenía flores y la otra no, una se veía mucho más frondosa y la otra un poco más alta, ambas plantas estaban muy lindas y saludables, pero mi necedad al insistir en compararlas, no me permitía ver lo hermosas que estaban las dos, con todo y sus diferencias, ellas llenaban de vida mi entrada y embellecían mi casa.


Un día pude observar cómo se comenzaban a notar unos brotecitos en la planta que no tenía flores, me emocione tanto y comencé a contar los días para ver abiertos y florecidos esos brotes, cada mañana les prestaba especial atención a sus avances, pero ellos no parecían tener la misma prisa que yo, fueron tan a su ritmo que decidí olvidar el tema y dejarlos ser, muchos días después, una mañana regándolas me encontré con la gran sorpresa de que mi plantita ya tenía flores abiertas, me puse feliz, hasta que vi que la otra planta, ya había botado las que tenía, de repente me entro la ansiedad y la mortificación y pensé que sería imposible coordinarlas para verlas florecer al mismo tiempo otra vez, tanto así que me dije a mí misma, no puedes controlar este asunto simplemente déjalo ir.

Unos meses después de nuestra convivencia y hace solo unos días, me levante como todos los días a regar mis plantas y me lleve la sorpresa de que todas estaban repletas de flores nuevas, coloridas, tupidas y bien abiertas, incluso una tiene hasta una especie de fruto pequeñito, no pude evitar sonreír como una niña y entonces justo en ese momento sentí como Dios me enseñaba: El momento de florecer no puede ser detenido, simplemente fluye y se manifiesta, como todos los ciclos terminara y se verá afectado por circunstancias internas y externas pero sucederá, las flores caerán pero una y otra vez, florecerás, en una nueva época, con nuevas flores, Florecerás.


Así es la vida un constante ciclo, donde todo pasa, donde todo se mueve, pero donde todo tiene posibilidades infinitas y vuelve y empieza. No te limites, ni te empeñes en mantenerte en una circunstancia o en un estado por siempre, aprende a vivir con tus luces y tus sombras, y a atravesar todas las estaciones tomando lo mejor de cada una, sin limitarte, sin compararte y sin culparte, date el permiso de florecer cuando es el momento.





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